Cuando
el “Gato con Botas” abrió los ojos se encontraba desnudo, con un pedazo de
pizza en la boca y un fuerte dolor de cabeza. Fue al baño y no recordaba nada
de la noche anterior. Buscó a su esposa por todas partes, pero tampoco estaban
sus hijos. Cuando se dirigió a la cocina encontró una nota que decía:
“Bastardo, espero te pudras en el infierno, me voy con mis hijos, donde nunca
más podrás encontrarnos, nos vemos en el infierno cabrón”. Inmediatamente
destrozó la nota en mil pedazos y chancó su cabeza contra la puerta de la
refrigeradora. Sintió un profundo malestar, los había perdido una vez más y al parecer esta vez era para siempre. Se
vistió y dirigió al bus de transporte público en busca del hostal donde estaba
hospedado su amigo “El Puma”. Tocó la puerta y nadie le abría, pero no podía
evitar escuchar unos gemidos. Se vio obligado a forzar la puerta
Cuando ingresó quedó impactado con lo que veía, era su mujer quien se eocntraba en
posición perrito mientras su amigo "El Puma" se la montaba estrepitosamente por el culo.“¡Maldita perra!, y tú ¡remedo de amigo!, ¡los dos son unos bastardos!, ¡los
mataré!” "El Puma" enfundó un revolver contra "El Gato con botas" y le disparó en
la pierna, antes que éste último diera rienda suelta a sus bajos instintos de
asesino. Ella se vistió mientras sollozaba y temblaba, el puma hizo lo mismo y
se largaron del lugar. Unas sirenas se escucharon a lo lejos. "El Gato con Botas"
intentó seguirlos pero fue imposible con la pierna herida. El dueño del hostal
al ver como manchaba de sangre los pasillos de un palazo lo desmayó. Cuando el
gato con botas abrió los ojos se encontraba en la delegación de policías,
habían encontrado bolsas de mariguana y crack en la habitación, y le atribuían
la propiedad. Él lo negó todo, pero los policías empezaron a rellenarlo a
golpes hasta que perdió la conciencia entre vómitos con sangre. Inmediatamente lo deportaron a la ciudad del Cusco. Salió de prisión
gracias a la colectividad de amigos y conocidos que tenía en el Cusco quienes
pagaron una fianza y contrataron a "buenos abogados"que hicieron valer sus
beneficios penitenciarios. "El Gato con botas" desde entonces nunca más
volvería a ser el mismo. Volvió a las andanzas, la profunda depresión lo
conminó al sótano de las drogas y el vicio enquistado en la calle Procuradores. Él siempre recuerda a sus hijos, y
frecuentemente los puede ver cuando se encuentra en uno de sus viajes causados
por alguna droga. El intenta abrazarlos mientras ellos se ríen y esconden
dentro de alguna pizzería o restaurante de la calle Procuradores del Cusco. No
obstante él aún cree que se encuentra en alguna callejuela de Amsterdam y si se
pone violento es que ha vuelto ha escuchar los gemidos de sus mujer siendo
poseída descomunalmente por su ex amigo “El Puma”.
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