La
mesa rojísima lucía impecable, tomamos asiento. Nuestras amigas se mostraron
mucho más incrédulas.
-Viste,
así que vos me decís que esta es la famosa mesa diabólica, ja, ja, ja ya
perdiste tu yerba. Dijo Romina mientras prendía un cigarro de tabaco.
-¡¡¡¡Miraí
que cosas no¡¡¡¡¡¡¡, la verda , la verda, este cuento esta pa más chicos po,
esto es una burla. Dijo Rosario nuestra amiga chilena mientras ordenaba un par
de cervezas a su cuenta.
Cuando
mi amigo “El Loco Rodriguez”, miró su reloj faltaba aún un par de horas para
las tres de la mañana.
Nuestras
amigas rieron aún más cuando les explicamos que la hora del diablo era a las
tres de la mañana, más conocida como “la hora nona”, ya que representaba una
burla hacia la hora en que murió Cristo en la cruz, que era las tres de la tarde.
-Me
decís que tendremos que estar aquí fumando y bebiendo dos horas más, mirá que
en cualquier quilombo sería impresionante, pero aquí sólo podemos beber, ¿me
entendés?, que si bebemos y bebemos te aseguro que Rosario y yo, terminaremos
re-pero re-mareadas, y allí si verán, no a un demonio, sino a dos demonias que
quedran hacerles cositas ricas ¡viste papi!, dijo Romina mientras me empezaba a besar el
cuello y los labios.
De
igual forma “El Loco Rodriguez” empezó a acariciar el cuerpo y a besar los
labios de la hermosa Rosario.
Las
horas pasaron, y de pronto la mesa empezó a temblar, por un momento me asusté,
“es el diablo” , grité sobresaltado. “Si es un diablo”, grito embargada de
placer Rosario mientras “El Loco Peter Rodriguez” la hacía vibrar contra la
mesa. Romina y yo reímos como locos. “Son unos depravados” dijo Romina mientras
me empezaba a realizar sexo oral.
De
pronto ingresó súbitamente “El Pipo” a nuestro apartado:
-Faltan
quince minutos para las tres de la mañana, miren no se ustedes pero yo cerraré
el pasadizo porque no quiero que mis clientes se asusten con los gritos y
tembladeras de esa mesa diabólica, ¿ustedes se quedarán aquí para tener contacto
o se irán? Concluyó “El Pipo” mientras se limpiaban el sudor de la frente con
un pañuelo a cuadros color azul.
“El
loco Rodríguez”, mi amigo, se paró súbitamente, dejando al descubierto los dos
buenos senos de nuestra amiga Rosario y abrochándose el pantalón se dirigió
hacia “El Pipo”, el dueño del local, y le dijo:
-Dime
Pipo, ¿cuándo te he dicho que no?.... ¿cuándo me has visto salir como un
cobarde gritando de este lugar?
-“Muchas
veces”, respondió en tono muy serio El Pipo.
-Bueno
te prometo que esta vez será diferente.
(Continuará...)
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