CALLE PROCURADORES CUSCO PERÚ

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miércoles, 29 de febrero de 2012

LA MESA DIABÓLICA (PRIMERA PARTE)

SIETE DIABLITOS-SAN BLAS-1

No había nada nuevo en la ciudad. Las tejas rojizas y las piedras se doraban con el sol intenso de la tarde, mientras turistas ingenuos, bonachones y desconfiados circulaban por la plaza de Armas y calles aledañas, tomando fotografías para el recuerdo. Las llamas, las señoras nativas ofreciendo sus chucherías a los foráneos y las jovencitas “masajes” calientes a los transeúntes.

La tarde fue cayendo, y me dispuse a llamar a una de mis amantes, una que trabaja en turismo, rápidamente nos encontramos en la calle plateros, la besé, tome de su mano y nos fuimos caminando con dirección a la calle “Saphy”, donde administra un hotel.

Seis de la tarde, estábamos felices, su cuerpo me gustaba demasiado, y luego de hacer el amor, nos duchamos con agua caliente. Sonó su celular, y de pronto se marchó de la habitación. Con ella nunca se sabe, lo hacemos y se marcha, o me marcho yo. Así funcionan las cosas entre los dos.

De pronto llegó las siete de la noche, detesto comer solo, así que decidí llamar a mis amigas Patricia, Alcioné y a Dyana, pero todas me dijeron que no. No sé, pero cada vez que intentó salir con alguna de mis exs, es más difícil. Creo que como ya no existen estímulos sexuales o de romance entre nosotros ya no les intereso. La primera que siempre está con gripe o en casa de una de sus amigas, al final me sale con que nos veremos el domingo, y ese domingo nunca llega. La segunda me sale con que tiene una reunión sólo de mujeres y se está alistando para eso. La tercera que no contesta así le llame un billón de veces seguramente estaba bien metida en su mundo entre sabanas y sudor con otro.

Felizmente cuando me disponía a ingresar a una juguería de la calle Marqués, mi celular timbró, se trataba de “El Loco Rodriguez”, con quien pactamos encontrarnos en la plaza San Francisco. Mientras lo esperaba me hice amigo de un grupo de Chilenos que estaban tocando música clásica en la calle Marqués, con violines, guitarras, y charangos, realmente me gustó mucho su música, como la chilena de mirada bonita que se dio cuenta de que me atraía y a la vez me sonrió.

De pronto recibí una palmada sobre la espalda, se trataba de mi amigo “El Loco Rodríguez”.

-Está linda la chica ¿no?, me dijo leyendome el pensamiento.

-Si, tienen la mirada dulce, es chilena.

-Chilena la hembrita, entonces háblale culeao.

-En eso estoy, en eso estoy…que acaben de tocar y nos acercamos cachay. Concluí.

Cuando recolectaron el dinero de los espectadores dentro del estuche de las guitarras, me acerqué a ella mostrando mi mejor sonrisa. Nunca falla una buena sonrisa.

Al cabo de un par de minutos nos encontrábamos departiendo un par de jugos y unas hamburguesas en el sack Baduu! ubicado entre Marquez y Heladeros, “El loco Rodríguez” babeaba mientras no dejaba de mirarle los senos.

De pronto la invité a acompañarnos al bar “El Búfalo Negro”, ubicado en calle Arco Iris, pero ella prefirió llamar a una de sus amigas para no sentirse sola. Cuando esta llegó, después de media hora, nos percatamos que se trataba de una argentina preciosa, una chica simpatiquísima de mirada clara, de contextura delgada que no pasaba del metro sesenta.

Fuimos al “mirador de San Blas”, y al mirar la ciudad desde allí, “el Loco Rodríguez” sacó un cigarro con yerba mágica de la buena y nos pusimos a fumar por una hora. Reímos a carcajadas, mientras la argentina contaba cada chiste de chilenos, mientras la chilena contaba cada chiste de Argentinos, que no parabamos de reir ni un solo segundo, si embargo ambas se incomodaban cuando contábamos chistes de argentinos y chilenos. Al final todos la pasamos chevere.

Cuando las chicas empezaron a bostezar inmediatamente les ofrecimos hacerles participes del encuentro con “la mesa diabólica de la sabiduría”. Ellas nos miraron como enfermos, no entendían nada. Les explicamos que había un bar, en la “calle Siete Diablitos”, en cuyo apartado número tres tenía una mesa de siete patas, una mesa roja larga enorme que estaba poseída. Nuestras amigas rieron a carcajadas, nos trataron de tarados, nos dijeron que no estaban para cuentos de chicos, que seguramente se trataban de puras habladurías. Y las retamos.  “El Loco Rodríguez” sacó de uno de sus bolsillos inmediatamente una bolsa llena de mariguana y se la dio a nuestra amiga argentina, que era la más incrédula, era de suponerse, disque “porteña” ella, de ciudad grande, de Buenos Aires.

-Mira, si no pasa nada, te la obsequio, ¿te parece? Dijo seriamente mi amigo el loco Rodríguez.

A Romina, la argentina dicha oferta le pareció fabulosa y aceptó.

“Rubén” nos esperaba en la puerta su bar mistico ubicado en la calle Siete Diablitos, donde previa cordinación ya nos había reservado la mesa.

Cuando ingresamos, todos los asistentes estaban borrachos, las gringas corpulentas, bailaban encima de la barra mostrando sus atributos europeos, mientras un par de gringos miraban a todos con soberbia y cierto aire de desconfianza.

Una vez que ingresamos en el apartado número tres, la mesa lucía como de costumbre, imponente con sus patas talladas evocando las figuras de angeles y demonios librando una sangrienta batalla, la cual se mostraba más rojísima que de costumbre sin perder ese brillo potente que la hacia lucir sumamente impecable. "Hace tres años que no la veía", pensó el Loco Rdoriguez….(continuará)

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